El dilema entre gestión activa y gestión pasiva
Desde que existe la gestión pasiva, referenciada a un índice, ha existido también el debate sobre sus ventajas y desventajas respecto a la gestión activa. Prácticamente todos los inversores se preguntan en algún momento si han elegido la opción correcta, especialmente en periodos extremos de mercado, cuando un estilo claramente bate al otro.

Uno de estos momentos fue el vivido durante noviembre de 2014, cuando se oía repetidamente que solo un 15 por ciento de las carteras de renta variable gestionadas activamente conseguiría superar a sus índices de referencia, al aproximarse el fin de año. En tales momentos, es natural cuestionarse el valor de la gestión activa. De forma similar, ha habido periodos en que la gestión activa de fondos que incluían en sus carteras compañías cotizadas de gran capitalización, conseguía resultados notablemente superiores a la indexación simple.
De estas posturas radicalizadas en extremos opuestos de mercado, puede deducirse que un inversor de éxito podría encontrar valor en utilizar ambos enfoques para optimizar retornos potenciales.
En la actual etapa de mercado, los ejemplos más destacados de fondos cotizados (ETFs) evolucionan casi a la par con fondos que se denominan de gestión activa, al menos en lo que a mercados emergentes se refiere. El mejor resultado por rentabilidad lo obtiene la clase de acumulación de iSHARES MSCI BRAZIL UCITS ETF de la gestora Blackrock, que invirtiendo mayoritariamente en Brasil gana un 57,55 por ciento por rentabilidad en el año, respecto al 28,23 por ciento de media de la categoría VDOS Renta Variable Internacional América Latina. Por su parte, la clase A2 de capitalización en dólares de ABERDEEN GLOBAL - BRAZIL EQUITY se revaloriza en el mismo periodo un 59,59 por ciento, invirtiendo ambos de forma mayoritaria en Brasil.
Invirtiendo en mercados emergentes de renta variable, ISHARES MSCI EMERGING MARKETS UCITS ETF (ACC) avanza por rentabilidad un 10,62 por ciento en el año, mientras que el fondo cinco estrellas más rentable desde enero es la clase de acumulación en euros de JPM EMERGING MARKETS SMALL CAP D (PERF) con un 12,90 por ciento. El ETF está referenciado al índice MSCI Emerging Markets y el fondo de JP Morgan, toma como referencia el MSCI Emerging Markets Small Cap (Rendimiento Total Neto).
Pero hay casos en que la divergencia es mayor. El fondo cotizado SPDR S&P US DIVIDEND ARISTOCRATS UCITS ETF obtiene en el año una rentabilidad de 15,17 por ciento, invirtiendo en valores de renta variable que reparten dividendos elevados en los mercados bursátiles estadounidenses. El fondo trata de replicar, con la mayor precisión posible, la rentabilidad del S&P High Yield Dividend Aristocrats Index, un índice compueto por las 81 acciones con mayor rentabilidad por dividendos del S&P Composite 1500 Index que han incrementado sus dividendos cada año durante un mínimo de 20 años consecutivos. Pretende tener en cartera todos estos valores, con ponderaciones muy similares a las del índice.
Entre los fondos que invierten en renta variable de EEUU, la clase de distribución de PARVEST EQUITY HIGH DIVIDEND USA CLASSIC se anota una rentabilidad de 6,34 por ciento desde el comienzo del año. Referenciado al índice S&P 500 Composite (RI), invierte al menos dos tercios de sus activos en empresas con un rendimiento por dividendos superior a la media del mercado de Estados Unidos, de acuerdo con el criterio del equipo de gestión.
En un momento puntual de mercado es difícil ver una pauta, pero sí parece existir un cierto equilibrio entre ambos tipos de gestión. Si suponemos que en un momento concreto de mercado hay un extenso grupo de analistas avezados compitiendo por obtener y sintetizar información de relevancia sobre un valor determinado antes que nadie, el objetivo se hace bastante difícil hasta el punto de que la ventaja de obtener una información diferente acaba desapareciendo. En ese punto, al no encontrar una ventaja competitiva, si un porcentaje de estos analistas decide pasarse a la gestión pasiva, se crea una oportunidad para los analistas activos que aún no han tirado la toalla. Se crearía así un ciclo que se retroalimenta y del que podría decirse que, en cierto modo, mantiene la estabilidad del mercado.
Es por ello que, al considerar la elección entre gestión activa y pasiva, la decisión más razonable podría ser la de abrir la mente a ambas alternativas, que pueden complementarse y aportar equilibrio a una cartera, con una mayor capacidad de adaptación a diferentes etapas de mercado.
Lo que sí es importante tener en cuenta en el caso de España, es la diferente fiscalidad de un fondo de inversión y de un fondo cotizado o ETF. El traspaso sin coste fiscal de los fondos de inversión no aplica a los fondos cotizados, a los que se aplica una fiscalidad similar a la de una acción. Sin embargo, a diferencia de los fondos de inversión tradicionales, no se aplica retención a cuenta sobre las ganancias patrimoniales derivadas de la transmisión de los ETFs. Por otro lado, los fondos cotizados cuentan con mayor liquidez y sus comisiones son menores, al no requerir una gestión activa de su cartera.