Ahorro e inversión en España; planes de pensiones

14/12/18 - Análisis Planes de Pensiones

Se presentaba recientemente la Primera encuesta del Observatorio Bestinver-IESE sobre el ahorro y la inversión, con el objetivo de conocer el comportamiento actual y tendencias de los inversores españoles. El estudio se centra en el segmento de población correspondiendo a niveles socioeconómicos medio y medio alto, con ingresos anuales personales superiores a 35.000 euros, de una edad de entre 35 y 60 años y que poseen algún tipo de activo financiero.

Ahorro e inversión en España; planes de pensiones

Las conclusiones del estudio dibujan un mapa de la inversión y el ahorro en España no muy diferentes del de otros observatorios: los españoles ahorramos poco, nos endeudamos mucho – y lo hacemos para comprar inmuebles – lo que invertimos, lo hacemos sin un plan y sin informarnos adecuadamente y tenemos un ahorro poco ordenado. Aunque los hogares españoles tienen una riqueza media superior a la de los hogares europeos, la mayor parte de esta riqueza corresponde a patrimonio inmobiliario, por lo que, en realidad, corremos el riesgo de, a largo plazo, ser más pobres.

Y en cuanto a pensiones, uno de cada tres inversores aporta a planes de pensiones sin antes consultar ningún tipo de información comparativa; se aporta para deducirse fiscalmente o porque la sucursal bancaria así lo aconseja, pero no con un plan definido de ahorro/inversión con vistas a la jubilación. De hecho, según los resultados del estudio, los españoles sólo nos preocupamos por las pensiones 10 años antes de la jubilación.

El inversor tipo es mayor de 45 años, en un 55,60 por ciento de los casos es hombre (más de un 10 por ciento que las mujeres) y más de un tercio reside en Madrid o Barcelona. En cuanto a tipos de activo, reales o financieros, aunque los activos financieros tienen mayor presencia, el valor de los activos inmobiliarios es de más del doble del valor de los activos financieros. Si bien la cifra de propietarios de viviendas se ha reducido entre 2002 y 2014, según la Encuesta Financiera de las Familias (EFF) del Banco de España, ha aumentado el número de hogares que poseen otros bienes inmobiliarios además de la vivienda principal. Sin embargo, ha disminuido el número de familias que poseen algún tipo de producto financiero.

Nos encontramos en el caso del sector inmobiliario con el hecho de que en España el 78 por ciento de los hogares son propietarios de la vivienda habitual, según datos de la OCDE. De acuerdo con los datos de la encuesta del Observatorio Bestinver-IESE, un 48,60 por ciento del total de propietarios tiene cargas hipotecarias y un 51,40 por ciento no las tiene. En países como Reino Unido o Alemania, el porcentaje total de propietarios es de 64 por ciento (35% sin hipoteca) y 45 por ciento respectivamente (26% sin hipoteca).

Un segmento de población que está variando significativamente en su relación con la vivienda es el de los jóvenes. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) en el segmento de población de entre 16 y 29 años, se ha pasado de un 58,10 por ciento en 2007 al 26,50 por ciento en 2017 y, como podía esperarse, el porcentaje de viviendas sin terminar de pagar es mayor, mientras que el de segunda vivienda es menor en este grupo poblacional.

En lo que respecta a la distribución por tipo de activo, dentro de los activos financieros, la Encuesta Financiera de las Familias (EFF) del Banco de España y el Instituto Nacional de Estadística (INE) indica que los depósitos son el activo financiero más habitual en los hogares españoles, un 93,10 por ciento, si bien es cierto que este porcentaje se está reduciendo. En segundo lugar, los planes de pensiones representan un 26,50 por ciento, tras haber aumentado su presencia desde el 25,60 por ciento de 2008.

Queda patente la necesidad de incrementar la educación financiera de la sociedad española y del importante papel de los asesores financieros para orientar y aconsejar a los inversores sobre una correcta gestión de su ahorro e inversión. Los datos indican que el inversor medio invierte siguiendo la recomendación de su oficina bancaria que, a su vez, puede sugerir inversiones en base a la obtención de ventajas puntuales (p. ej. beneficios fiscales), pero sin un plan de inversión definido que se adapte a la situación familiar, económica y fiscal de cada inversor.

No sólo es necesario enseñar a los niños a leer, o a nadar. Enseñarles a administrar el dinero que vayan a recibir, de forma que siempre asignen un porcentaje a ahorro e inversión tiene también una gran importancia para su bienestar a lo largo de su vida. Se trata de adquirir un hábito y de adjudicar su verdadero valor al capital ahorrado, a la hora de invertirlo, buscando rentabilizarlo. No olvidemos que con nuestra inversión estamos haciendo un préstamo a una empresa o un gobierno y que ha de devolverlo con intereses, tal como el banco nos reclamaría en el caso de que solicitáramos un crédito.

Pero el tema que verdaderamente preocupa, en este periodo de tremendo desequilibrio poblacional, es la planificación de la jubilación. Los datos demuestran claramente que el sistema público de pensiones será insuficiente para que los pensionistas puedan mantener su poder adquisitivo. Y puesto que no se toma una decisión sobre propuestas tan sensatas como la creación de un sistema mixto - que combine el actual sistema de reparto con un sistema de capitalización basado en el ahorro personal – se hace necesario que cada trabajador en activo diseñe un plan de jubilación, si es posible tan pronto como dé comienzo su vida laboral.

Contratar un plan de pensiones con el único objetivo de desgravarse fiscalmente puede parecer interesante cuando la jubilación queda aún en un horizonte lejano, pero hay que tener en cuenta que, en realidad, sólo es una forma de diferimiento del impuesto, ya que en el momento del rescate del plan, en forma de capitalización, el patrimonio correspondiente pasa a formar parte de los ingresos del beneficiario, aumentando de forma notable los impuestos devengados en la declaración de la renta del año siguiente.

Es necesario diseñar un plan de inversión para la jubilación en el que se defina la cantidad que puede aportarse periódicamente al plan de pensiones, en base a la diferencia entre ingresos y gastos. Y, puesto que es un dinero que cuesta ganar, tiene sentido informarse bien, o asesorarse adecuadamente, antes de entregar nuestra confianza a un gestor para que se encargue de rentabilizarlo.

Cuando adquirimos una casa, un coche o un ordenador, nos informamos y comparamos las distintas opciones, teniendo en cuenta no sólo su precio, sino también sus prestaciones. No es distinto en el caso de un plan de pensiones. Existen herramientas de búsqueda y comparación - ver por ejemplo https://www.quefondos.com/es/planes/comparador/ - que permiten comparar con sencillez los parámetros más importantes en la evolución de varios planes de pensiones, como pueden ser rentabilidades en diferentes periodos, niveles de riesgo o comisiones.

Una vez tomada la decisión, seleccionando el plan que mejor se adapta al perfil de cada inversor, es importante no desanimarse y seguir adelante, aunque no forme parte de la cartera de productos de nuestra sucursal financiera. La forma más directa es contactar directamente con la gestora, para que nos indique el procedimiento a seguir para suscribirlo, bien se trate de un grupo bancario o de una gestora independiente.

No lo dejemos para los 55…. ó 57 años!

P. M. (quefondos.com)